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domingo, 3 de enero de 2016

Evangelio 03-01-2016

Segundo Domingo después de Navidad
(3 de enero de 2016)
(Juan 1, 1-18)


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: "Este es de quien dije: el que viene detrás de mi pasa delante de mí, porque existía antes que yo"

Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.


“Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros…”

Cristo es la Palabra encarnada de Dios, es vida, es luz. Nosotros somos la casa a la que Cristo quiere entrar y en la que Cristo quiere quedarse a vivir. Cristo quiere ser la Vida de nuestra vida, quiere ser la Luz que guíe nuestro caminar, quiere acampar entre nosotros, los cristianos, en su Iglesia. ¿Estamos dispuestos nosotros a recibirle de verdad, con todas las consecuencias?

La revelación fundamental del prólogo de San Juan, es que a todos aquellos que le reciben "Dios les da poder para ser hijos suyos". A todos aquellos que son capaces de acogerlo en su corazón, Dios les regala su gracia, que se desborda generosamente. Dios ha querido estar dentro del mundo, no fuera. La gráfica imagen que el evangelista utiliza para describir la encarnación de Dios en el hombre es la de "acampó entre nosotros". No hay derecho a echar a Dios de nuestro mundo, El esta presente en nuestra vida. Es absurdo decir Dios sólo habita en el cielo, pues El ha querido encarnarse en nosotros. ¿Para qué? No hay ninguna duda: para enseñarnos a amar. Dios se humaniza para hacernos a nosotros divinos.

domingo, 12 de abril de 2015

Evangelio 12-04-2015

Domingo de la Divina Misericordia
(12 de abril de 2015)


(Juan 20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros.

Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.

Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino el Señor. Y los otros discípulos le decían:

-- Hemos visto al Señor.

Pero él les contestó:

-- Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto el dedo en el agujero de los clavos, si no meto la mano en su costado, no lo creo.

A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros.

-- Luego dijo a Tomás:

-- Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Contestó Tomas:

-- ¡Señor mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-- ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean si haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Palabra del Señor
.


Se llama a este Domingo, el de Tomás, por la especial escena sobre su fe. Pero además son las apariciones del Señor Jesús en Domingo, lo que produciría la institución del primer día de la semana como Día del Señor, sustituyendo a la veneración por el sábado que profesaba la religión judía.

Tomás dudó, exigió ver las señales de los clavos en las manos y de la lanza en el costado. La duda es algo connatural al hombre. La duda evita que caigamos en el desatino o en lo irracional. Un creyente no es un crédulo que acepta todo sin tener en cuenta si es razonable o no. Hemos de pasar a tener una fe adulta, responsable y personalizada. Hay que llegar a tener experiencia personal del resucitado y gritar, como Tomás, “¡Señor mío y Dios mío!”. No hemos de creer por lo que nos han dicho otros, sino porque nosotros mismos hayamos experimentado la presencia en nuestra vida del Jesús vivo. Creer es fiarse de Alguien: Jesús de Nazaret, el Resucitado, que ha vencido a la muerte y ha dado un nuevo sentido a nuestras vidas. El mejor don que nos regala Jesús es la paz, plenitud de todos los dones. La paz que Jesús nos regala produce en nuestro interior una sensación de felicidad y realización personal. Pero esta paz no puede quedar encerrada en nosotros mismos, sino que tiene que notarse y ser testimoniada. La construcción de la paz en nuestro mundo es una tarea que todo cristiano tiene que asumir, tomando como base la justicia y el amor.

domingo, 1 de marzo de 2015

Evangelio 01-03-2015

Domingo 2º de Cuaresma
(1 de marzo de 2015)


(Marcos 9, 2-10)

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:

- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Jesús desde el principio de su vida pública busca quien le acompañe en la misión que el Padre le ha confiado, y les invita a seguirle. Comparte con ellos su experiencia, haciéndoles testigos del amor del Padre. Ellos no acaban de entenderle; por eso en el camino que Jesús recorrió “predicando y haciendo el bien” desde Nazaret, donde vivió, hasta Jerusalén, donde murió en la cruz, les fue mostrando y enseñando la cruda realidad del Mesías y de cuantos quieran seguirle. Es una preocupación constante de Jesús enseñar las condiciones del seguimiento.

En esta ocasión cuenta con Pedro, Santiago y Juan y sube a la montaña, lugar de manifestación de Dios, de encuentro con Dios, en clima de silencio y contemplación. Experimentan la dificultad de la subida, los contratiempos de la vida junto a lo maravilloso que encierra la contemplación de la montaña. Experiencia de cansancio y de superación al mismo tiempo. El Tabor es una experiencia anticipada de la Pascua, un anticipo de lo que esperamos. Pero sólo un anticipo, porque enseguida habrá que “bajar” y recorrer los difíciles y monótonos caminos de la vida.

Si nos observamos a nosotros mismos y observamos a nuestro alrededor coincidiremos en que estamos muy metidos “en nuestro mundo”; y que estamos tan atrapados por las preocupaciones que no sabemos ni somos capaces de salir de ellas. Escuchamos tantas palabras, tantos ruidos, tantas “canciones”, que necesitamos con urgencia un poco de silencio. Por otra parte vivimos tan confortablemente, tan divinamente en nuestro bienestar, que no estamos dispuestos a hacer el más mínimo esfuerzo por salir a la búsqueda de Dios. ¿Por qué subir a la montaña si se está bien en el valle? ¿Para qué buscar a Dios si me va estupendamente: con mis pequeños dioses?


Las personas parece que no tengamos tiempo para escuchar. Nos resulta difícil acercarnos en silencio, con calma y sin prejuicios al corazón del otro, para escuchar el mensaje que toda persona nos puede comunicar. En este contexto, tampoco resulta extraño que a los cristianos se nos haya olvidado que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Y, sin embargo, desde esa escucha, cobra su verdadero sentido y originalidad la vida cristiana. Desde esa escucha nace la fe verdadera. Desde esa escucha comenzamos a descubrir con Jesús cual es la manera más humana de enfrentarse a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos podemos dar cuenta dónde están las grandes equivocaciones y errores de nuestro vivir diario. Bueno será pedir un corazón que sepa escuchar.

domingo, 4 de enero de 2015

Evangelio 04-01-2015

Segundo Domingo después de Navidad
(4 de enero de 2015)
(Juan 1, 1-18)


En el principio ya existía la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios.

La Palabra en el principio estaba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin ella no se hizo nada de lo que se ha hecho.

En la Palabra había vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibió.

Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz.

La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino y en el mundo estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron.

Pero a cuantos la recibieron, les da poder para ser hijos de Dios, si creen en su nombre. Estos no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano, sino de Dios.

Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos contemplado su gloria: gloria propia del Hijo único del Padre, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: "Este es de quien dije: el que viene detrás de mi pasa delante de mí, porque existía antes que yo"

Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia: porque la ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: El Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.

Palabra del Señor.


“Y la Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros…”

Cristo es la Palabra encarnada de Dios, es vida, es luz. Nosotros somos la casa a la que Cristo quiere entrar y en la que Cristo quiere quedarse a vivir. Cristo quiere ser la Vida de nuestra vida, quiere ser la Luz que guíe nuestro caminar, quiere acampar entre nosotros, los cristianos, en su Iglesia. ¿Estamos dispuestos nosotros a recibirle de verdad, con todas las consecuencias?

La revelación fundamental del prólogo de San Juan, es que a todos aquellos que le reciben "Dios les da poder para ser hijos suyos". A todos aquellos que son capaces de acogerlo en su corazón, Dios les regala su gracia, que se desborda generosamente. Dios ha querido estar dentro del mundo, no fuera. La gráfica imagen que el evangelista utiliza para describir la encarnación de Dios en el hombre es la de "acampó entre nosotros". No hay derecho a echar a Dios de nuestro mundo, El esta presente en nuestra vida. Es absurdo decir Dios sólo habita en el cielo, pues El ha querido encarnarse en nosotros. ¿Para qué? No hay ninguna duda: para enseñarnos a amar. Dios se humaniza para hacernos a nosotros divinos.

domingo, 28 de diciembre de 2014

Evangelio 28-12-2014


Fiesta de la Sagrada Familia
(28 de diciembre de 2014)
(Lucas 2, 22-40)

Cuando llegó el tiempo de la purificación, según la ley de Moisés, los padres de Jesús lo llevaron a Jerusalén, para presentarlo al Señor. (De acuerdo con lo escrito en la ley del Señor: «Todo primogénito varón será consagrado al Señor"), y para entregar la oblación, como dice la ley del Señor: "un par de tórtolas o dos pichones.
Vivía entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre honrado y piadoso, que aguardaba el Consuelo de Israel; y el Espíritu Santo moraba en él. Había recibido un oráculo del Espíritu Santo: que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el Espíritu, fue al templo. Cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo previsto por la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
- Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo, diciendo a María, su madre:
- Mira, éste está puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; será como una bandera discutida: así quedará clara la actitud de muchos corazones. Y a ti, una espada te traspasará el alma.
Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana; de jovencita había vivido siete años casada, y luego viuda hasta los ochenta y cuatro; no se apartaba del templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones. Acercándose en aquel momento, daba gracias a Dios y hablaba del niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Y cuando cumplieron todo lo que prescribía la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño iba creciendo y robusteciéndose, y se llenaba de sabiduría; y la gracia de Dios lo acompañaba.
 

Palabra del Señor.

La Navidad nos presenta la Sagrada Familia, no como un cuadro idílico, sino como un pequeño grupo de personas, que vivió penas y alegrías. Hoy nosotros en este día especial podemos hacer balance de nuestra Hermandad. La fiesta de nuestra familia como hermanos, y que como toda familia humana también vive gozos y dificultades.
Es imprescindible que nos afiancemos en el amor de Dios a través de Jesús, ya que en el día que hoy celebramos, afirmamos que toda la familia es Sagrada, porque hay algo de Dios en ella. Que la celebración de la fiesta de la familia de Jesús nos haga a todos tomar conciencia de que cada uno es responsable para que nuestra Hermandad sea un lugar en donde todos podamos crecer en los valores del Evangelio: La Fe, la Esperanza y El Amor.

domingo, 21 de diciembre de 2014

Evangelio 21-12-2014


Domingo 4º de Adviento
(21 de diciembre de 2014)
(Lucas 1, 26-38)

En aquel tiempo, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
- Alégrate, llena de gracias, el Señor esta contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
- No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel: - ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón? El ángel le contestó:
- El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María contestó: - Aquí está la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra. Y la dejó el ángel.
 

Palabra del Señor. 

El tiempo de Adviento ya va llegando a su fin, hoy celebramos el último Domingo antes de la llegada de la ya muy cercana Navidad. En este tiempo nuestra Esperanza se ha ido iluminando poco a poco. La luz ha ido aumentando semana a semana y pronto llegará la gran luz, Cristo, que con su claridad hará palidecer todas las demás. Pero ¿hemos encendido nosotros la luz en nuestro interior?; ¿en qué ocasiones concretas hemos sido luz para los demás, durante el adviento? Acerquémonos al Señor que viene con conciencia de que Él puede liberarnos de todas nuestras esclavitudes, sacarnos de la mediocridad e igualar nuestras desigualdades.

San Lucas narra en su Evangelio la escena de la Anunciación. Es una de las más bellas de toda la Escritura. Ahí se descubre de manera total el don de Dios de la libertad otorgado al Hombre. El ángel pide permiso, de parte de Dios, a María para que se inicie la Redención. María da su consentimiento y la historia de la humanidad comienza. Por eso hoy honramos de una manera muy especial a María, la gran protagonista del Adviento.

Pidamos hoy a María que nos ayude a ser hombres y mujeres de Esperanza y que sepamos llevarla a todos los que nos rodean.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Evangelio 07-12-2014

Domingo 2º de Adviento
(7 de diciembre de 2014)

(Marcos 1, 1-8)

Comienza el Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios.
Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos." Juan bautizaba en el desierto; predicaba que se convirtieran y se bautizaran, para que se les perdonasen los pecados. Acudía la gente de Judea y de Jerusalén, confesaban sus pecados, y él los bautizaba en el Jordán. Juan iba vestido de piel de camello, con una correa de cuero a la cintura, y se alimentaba de saltamontes y miel silvestre. Y proclamaba: "Detrás de mí viene el que puede más que yo, y yo no merezco agacharme para desatarle las sandalias. Yo os he bautizado con agua, pero él os bautizará con Espíritu Santo."
Palabra del Señor.

Está escrito en el profeta Isaías: Yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Una voz grita en el desierto: "Preparad el camino del Señor, allanad sus senderos."

Esta es la vocación de todo cristiano. Los cristianos queremos ser seguidores de Cristo, y para eso nos esforzamos en vivir según el estilo de vida que él vivió y defendemos los valores que él defendió. Pero, además, los cristianos debemos ser precursores de Cristo, animando a los demás a seguir a Cristo y ayudándoles a encontrarse con él. Debemos vivir el Evangelio y predicar el Evangelio, con nuestra palabra y con nuestra vida. Debemos preparar el camino del Señor, allanar sus senderos, para que los que no se han encontrado aún con Cristo se sientan animados a hacerlo. Las palabras del profeta Isaías, que el evangelista Marcos pone al principio de su Evangelio, podemos aplicarlas a cada uno de nosotros: yo envío mi mensajero delante de ti para que te prepare el camino. Cada uno de nosotros debe ser, en nuestro tiempo, un Juan Bautista precursor del Señor. Para esto, lo primero que tenemos que hacer es convertirnos nosotros mismos al Señor, vivir en una actitud continua de conversión. Seguro que si nosotros, con nuestra vida, demostramos la verdad del evangelio, habrá más de uno que se sienta animado a seguirnos, a seguir a Cristo. Porque una vida auténticamente cristiana es una vida presidida por la justicia, por la bondad, por el amor, una vida que merece la pena ser vivida, una vida feliz.

domingo, 30 de noviembre de 2014

Evangelio 30-11-2014

Domingo 1º de Adviento
(30 de noviembre de 2014)

(Mateo 13, 33-37)

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- Mirad, vigilad: pues no sabéis cuando es el momento. Es igual que un hombre que se fue de viaje y dejó su casa, y dio a cada uno de sus criados su tarea, encargando al portero que velara. Velad entonces, pues no sabéis cuándo vendrá el dueño de la casa, si al atardecer, o a medianoche, o al canto del gallo, o al amanecer; no sea que venga inesperadamente y os encuentre dormidos. Lo que os digo a vosotros lo digo a todos: ¡Velad!
Palabra del Señor.

Una vez más se abre el ciclo litúrgico. Y lo empezamos con el tiempo que llamamos Adviento, que es un período para reavivar la Esperanza, la certeza de que un día, mañana quizá, Jesús volverá hasta nosotros. Llegará como en Belén, calladamente, con la misma sencillez y ternura de entonces, con la misma humildad. Y como entonces para unos, los pastores y los magos, será motivo de alegría íntima, intensa; para otros, como para Herodes y para Jerusalén, será ocasión de temores y recelos, de ansias y de angustias.

Jesús está para llegar. De nuevo la Iglesia se prepara para su venida. Se reviste de tonos penitenciales y nos hace llegar el mensaje del Evangelio, nos llama con cierta urgencia a la espera atenta, a la vigilancia en alerta. El Señor, nos ha confiado a cada uno nuestro trabajo, nuestra familia, nuestros amigos y colegas, nuestra sociedad y nuestra tierra. Cada uno tiene una misión que realizar en su vida, unos deberes que cumplir con esmero en cada momento.

El evangelio de hoy nos invita a la espera vigilante porque no sabemos el momento en el cual llegará el Señor, pero sabemos que va a llegar. No es una promesa sin contenido. Y esa espera es la que nos da ánimos para seguir y para ocuparnos de nuestros trabajos y obligaciones cotidianas. No viene el Señor para darnos todo hecho. Viene a pedirnos a colaborar con Él para que todos nos salvemos y seamos felices.

Que en este tiempo de Adviento que se nos regala, sepamos estar atentos para recibir a nuestro Dios que se hace hombre y que viene a nosotros.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Evangelio 23-11-2014


Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo
Domingo 34º del Tiempo Ordinario
(23 de noviembre de 2014)

(Mateo 25, 31-46)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:

- Cuando venga en su gloria el Hijo del hombre, y todos los ángeles con él, se sentará en el trono de su gloria, y serán reunidas ante él todas las naciones. Él separará a unos de otros, como un pastor separa las ovejas de las cabras. Y pondrá las ovejas a su derecha y las cabras a su izquierda. Entonces dirá el rey a los de su derecha: "Venid vosotros, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo. Porque tuve hambre y me disteis de comer, tuve sed y me disteis de beber, fui forastero y me hospedasteis, estuve desnudo y me vestisteis, enfermo y me visitasteis, en la cárcel y vinisteis a verme." Entonces los justos le contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre y te alimentamos, o con sed y te dimos de beber?; ¿cuándo te vimos forastero y te hospedamos, o desnudo y te vestimos?; ¿cuándo te vimos enfermo o en la cárcel y fuimos a verte?" Y el rey les dirá: "Os aseguro que cada vez que lo hicisteis con uno de éstos, mis humildes hermanos, conmigo lo hicisteis." Y entonces dirá a los de su izquierda: "Apartaos de mi, malditos, id al fuego eterno preparado para el diablo y sus ángeles. Porque tuve hambre y no me disteis de comer, tuve sed y no me disteis de beber, fui forastero y no me hospedasteis, estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y en la cárcel y no me visitasteis." Entonces también éstos contestarán: "Señor, ¿cuándo te vimos con hambre o con sed, o forastero o desnudo, o enfermo o en la cárcel, y no te asistimos?" Y él replicará: "Os aseguro que cada vez que no lo hicisteis con uno de éstos, los humildes, tampoco lo hicisteis conmigo." Y éstos irán al castigo eterno, y los justos a la vida eterna.

 
Palabra del Señor.

Terminamos el Tiempo Ordinario, y el Ciclo A, en este Domingo en el que celebramos la Solemnidad de Jesucristo Rey del Universo. También se llama la fiesta de Cristo-Rey. Pero, ¿Cómo, dónde, cuándo ha de reinar Jesucristo?
 

Su reino no es de este mundo, por eso su forma de reinar es desde la humildad, desde la cruz… su corona es de espinas, su cetro una caña cascada, su manto un trapo de color púrpura y su trono la cruz.

Reina en el corazón de cada hombre que se acerca a otro, descubre su necesidad y le ayuda. Reina en aquel que descubre a Cristo en el rostro del mendigo, en la madre angustiada por el hijo que pierde, en el anciano que muere en soledad… Cristo debe reinar ya en nuestro corazón porque su reino ya ha comenzado.

El juicio de Dios (del que se habla en el evangelio) es para la salvación de todas las naciones. El resultado del mismo depende de la opción personal de cada uno por la misericordia o por la cerrazón del corazón al hermano necesitado. Es nuestra actitud ante el ser humano lo que se juzga.

El Cristo triunfante y Rey en el cielo es mendigo en la tierra.

domingo, 9 de noviembre de 2014

Evangelio 09-11-2014


Fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán
(9 de noviembre de 2014)

(Juan 2, 13-22)
Se acercaba la Pascua de los judíos, y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:
—Quitad esto de aquí; no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: — ¿Qué signos nos muestras para obrar así? Jesús contestó: —Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Los judíos replicaron: —Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?
Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y, cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la palabra que había dicho Jesús.


Palabra del Señor.

La Iglesia conmemora en este domingo la dedicación de la Basílica de Letrán. Esta dedicación se remonta a los tiempos del Emperador Constantino en el siglo IV. Lo que vamos a celebrar es la consagración de la primera catedral del Papa y así se constituyó la primacía del Obispo de Roma y de la Iglesia romana como madre de todas las Iglesias de la Urbe y del Orbe. Vamos a celebrar la universalidad de la Iglesia de Dios.
“Sois templo de Dios” Esta frase que San Pablo dijo en la primera carta a los Corintios, tal como leemos hoy en este domingo, puede resumir muy bien el mensaje y el sentido de esta fiesta. Lo más importante de un templo cristiano no es el espacio físico en el que el templo está construido, ni las paredes, ni el arte que hay dentro de ese templo. Lo más importante son las personas que están dentro de ese templo y la comunión y comunidad espiritual que esas personas forman como partes del Cristo total que habita en ese templo. Si entre las personas que están en el templo no hay comunión en Cristo, no hay templo cristiano. Si cada una de las personas que están dentro del templo no son ellas mismas, y en comunión con las demás, no puede habitar plenamente en ese templo el Espíritu de Cristo. Lo que hace plenamente cristiano a un templo es el Espíritu de Cristo habitando en todas y cada una de las personas que están en ese templo.
Celebramos pues un día en que debemos ejercitar nuestro amor para con la Iglesia, con el Papa, los obispos, los sacerdotes, diáconos y con nuestros hermanos miembros todos del Rebaño de Cristo. Esta festividad de la Dedicación de la Basílica de Letrán sustituye al Domingo 32 del Tiempo Ordinario.

domingo, 27 de abril de 2014

Evangelio 27-04-2014

Domingo de la Divina Misericordia
(27 de abril de 2014)


(Juan 20, 19-31)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros.

Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:

-- Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.

Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:

-- Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados les quedan perdonados; a quienes se los retengáis les quedan retenidos.

Tomás, uno de los doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino el Señor. Y los otros discípulos le decían:

-- Hemos visto al Señor.

Pero él les contestó:

-- Si no veo en sus manos la señal de los clavos y no meto el dedo en el agujero de los clavos, si no meto la mano en su costado, no lo creo.

A los ocho días estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y les dijo:

-- Paz a vosotros.

-- Luego dijo a Tomás:

-- Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente.

Contestó Tomas:

-- ¡Señor mío y Dios mío!

Jesús le dijo:

-- ¿Porque me has visto has creído? Dichosos los que crean si haber visto.

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos. Estos se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre.

Palabra del Señor
.


Se llama a este Domingo, el de Tomás, por la especial escena sobre su fe. Pero además son las apariciones del Señor Jesús en Domingo, lo que produciría la institución del primer día de la semana como Día del Señor, sustituyendo a la veneración por el sábado que profesaba la religión judía.

Tomás dudó, exigió ver las señales de los clavos en las manos y de la lanza en el costado. La duda es algo connatural al hombre. La duda evita que caigamos en el desatino o en lo irracional. Un creyente no es un crédulo que acepta todo sin tener en cuenta si es razonable o no. Hemos de pasar a tener una fe adulta, responsable y personalizada. Hay que llegar a tener experiencia personal del resucitado y gritar, como Tomás, “¡Señor mío y Dios mío!”. No hemos de creer por lo que nos han dicho otros, sino porque nosotros mismos hayamos experimentado la presencia en nuestra vida del Jesús vivo. Creer es fiarse de Alguien: Jesús de Nazaret, el Resucitado, que ha vencido a la muerte y ha dado un nuevo sentido a nuestras vidas. El mejor don que nos regala Jesús es la paz, plenitud de todos los dones. La paz que Jesús nos regala produce en nuestro interior una sensación de felicidad y realización personal. Pero esta paz no puede quedar encerrada en nosotros mismos, sino que tiene que notarse y ser testimoniada. La construcción de la paz en nuestro mundo es una tarea que todo cristiano tiene que asumir, tomando como base la justicia y el amor.

domingo, 24 de noviembre de 2013

Evangelio 24-11-2013


34º Domingo del Tiempo Ordinario
Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo
Hoy finaliza el Año de la Fe
(24 de noviembre de 2013)
(Lucas 23, 35-43)

En aquel tiempo, las autoridades hacían muecas a Jesús, diciendo:

-- A otros ha salvado; que se salve a sí mismo, si él es el Mesías de Dios, el

Elegido.

Se burlaban de él también los soldados, ofreciéndole vinagre y diciendo:

-- Si eres tú el rey de los judíos, sálvate a ti mismo.

Había encima un letrero en escritura griega, latina y hebrea: "Éste es el rey de los judíos".

Uno de los malhechores crucificados lo insultaba, diciendo:

--¿No eres tú el Mesías? Sálvate a ti mismo y a nosotros.

Pero el otro lo increpaba:

-- ¿Ni siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Y lo nuestro es justo, porque recibimos el pago de lo que hicimos; en cambio, éste no ha faltado en nada.

Y decía:

-- Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu reino.

Jesús le respondió:

-- Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el paraíso.

Palabra del Señor.



Este domingo celebramos a Jesucristo, Rey del Universo. Corresponde al último –el XXXIV—del Tiempo Ordinario y así abriremos la semana próxima un nuevo ciclo (el A) con el Adviento, tiempo de amor y esperanza. Esta fiesta de Cristo Rey fue instituida en 1925 y el Concilio Vaticano II la situó como broche final del Tiempo Ordinario.

Jesús nos quiere contar que la única manera de ser un auténtico Rey es poniéndose al servicio de los demás. Una verdadera novedad en el mundo en que vivimos, en el que se gobierna ignorando, abusando, sometiendo o pisando a los demás… Pero fue, también, novedad absoluta e incomprendida en los tiempos que Jesús pasó en la tierra. Y eso le llevó a la muerte en la cruz. Cruz que Él convirtió en trono de amor y de misericordia. Hemos de dedicar esta jornada a pensar en el Reino de Dios. Nuestro Maestro, Jesús de Nazaret, nos recuerda que cada uno de nosotros podemos convertirnos en verdaderos ciudadanos de su Reino, si nos ponemos al servicio del prójimo, sobre todo de aquellos más débiles y pobres…

domingo, 3 de noviembre de 2013

Evangelio 03-11-2013

31º Domingo del Tiempo Ordinario,
(3 de noviembre de 2013)


(Lucas 19, 1-10)


En aquel tiempo, entró Jesús en Jericó y atravesaba la ciudad. Un hombre llamado Zaqueo, jefe de publicanos y rico, trataba de distinguir quien era Jesús, pero la gente se lo impedía porque era de bajo de estatura. Corrió más adelante y se subió a una higuera para verlo, porque tenía que pasar por allí. Jesús, al llegar a aquel sitio, levantó los ojos y dijo:

--Zaqueo, baja en seguida, porque hoy tengo que alojarme en tu casa.

Él bajó en seguida, y lo recibió muy contento. Al ver esto, todos murmuraban

diciendo:

--Ha entrado a hospedarse en casa de un pecador.

Pero Zaqueo se puso en pie, y dijo al Señor.

--Mira, la mitad de mis bienes, Señor, se la doy a los pobres; y si de alguno me he aprovechado, le restituiré cuatro veces más.

Jesús contestó:

--Hoy ha sido la salvación de esta casa; también éste es hijo de Abrahán. Porque el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido.

Palabra del Señor.

Señor, como Zaqueo, queremos ser pequeños, para luego ver y comprobar que Tú eres lo más grande. Queremos sentir nuestros pecados y debilidades, para luego gustar que Tú eres la santidad y la gracia.

Señor, como Zaqueo, queremos ascender al árbol de la oración y, agarrándo sus ramas, saber que Tú nos tiendes la mano y nos acompañas, nos proteges, y al oído siempre nos hablas, nos auxilias, y en mis caminos me alumbras con la lz de tu Verdad.

Señor, como Zaqueo, a veces nos sentimos pecadores y egoístas. Por eso, Señor, queremos ser grandes en aquello que somos pequeños, y diminutos en aquello que somos gigantes.

Ayúdanos Señor, no pases de largo, que son muchos los tropiezos que hemos de saltar para llegarnos hasta tu encuentro, que son incontables los intereses, y aveces las personas, que nos impiden darnos el abrazo contigo.

Señor, cmo Zaqueo, en la noche oscura de nuestras almas, haz que nunca nos falte un árbol donde remontarnos, una rama donde agarrarnos, un tronco donde apoyarnos para que, cuando pases, aunque por cobardía no te digamos nada, Tú, Señor, medigas: ¡en tu casa quiero yo hospedarme!


domingo, 27 de mayo de 2012

Evangelio 27-05-2012

Solemnidad de Pentecostés
Día de la Acción Católica y del Apostolado Seglar
(27 de mayo de 2012)

(Juan 20, 19-23)

Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos.
Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo:
- «Paz a vosotros.»
Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado.
Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió:
- «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo.»
Y, dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo:
- «Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.»

Jesús nos prometió que nunca nos dejaría solos. El domingo pasado al ascender a los cielos nos encargaba una misión: guardar todo lo que nos ha enseñado y predicar el Evangelio por todo el mundo. Tarea ardua y difícil, pero a la vez apasionante. Para llevar a cabo el encargo de Jesús no estamos solos, el Espíritu Santo está con nosotros. Es el gran desconocido en la Iglesia, pero su fuerza y su impulso siguen actuando en el interior del creyente. Hoy es el día grande en que Jesús Resucitado nos envía su Espíritu. Es Pentecostés, el punto de inicio de la Iglesia. Juntos, en comunidad y con la fuerza del Espíritu, podemos hacer realidad y mostrar a todos el amor, el perdón la comunión entre todos los hombres.

Hay diversidad de dones, pero un mismo Espíritu. Este es nuestro consuelo: que para ser buenos cristianos da igual que tengamos oficios y cargos más altos o más bajos, que seamos más guapos o más feos, que hayamos estudiado un poco más o un poco menos. Si todo lo que decimos y hacemos, lo decimos y hacemos en nombre del Espíritu y movidos por el Espíritu, todo contribuirá al bien común. Puesto que todos somos miembros del cuerpo de Cristo, lo importante es que cada uno realice con la mayor dignidad posible la función que le ha sido encomendada. No nos van a juzgar por los muchos o pocos dones que hayamos recibido del Espíritu, sino por el uso que hagamos de esos dones recibidos.

Quizá sea, este Pentecostés, el momento en que también nosotros, debamos dar el salto y salir fuera, a consolar tanta soledad camuflada como existe en el mundo que nos rodea, regalando a los demás tantos dones como el Señor ha depositado en cada uno de nosotros.

Demos gracias sin cansarnos al observar que Dios es esplendido, a la hora de repartir sus dones. Y acerquémonos a Jesús para aprender de Él la manera de utilizarlos.

martes, 10 de abril de 2012

Formación de adultos

Mañana miércoles día 11 de abril se celebra sesión del Curso de Formación Cristiana para adultos 2011-2012. Tendrá lugar en el salón parroquial, de 20:30 h. a 21:30 h.

Invitamos a todos/as a participar.


lunes, 26 de marzo de 2012

Evangelio 26-03-2012

Solemnidad de la Anunciación del Señor
(26 de marzo de 20112)


(Lucas 1, 26-38)

A los seis meses el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret, a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la estirpe de David; la virgen se llamaba María. El ángel, entrando en su presencia, dijo:
—Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo.
Ella se turbó ante estas palabras y se preguntó qué saludo era aquel. El ángel le dijo:
—No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su Padre, reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin.
Y María dijo al ángel:
— ¿Cómo será eso, pues no conozco a varón?
El ángel le contestó:
—El Espíritu Santo vendrá sobre ti, y la fuerza del Altísimo te cubrirá con su sombra; por eso el Santo que va a nacer se llamará Hijo de Dios. Ahí tienes a tu pariente Isabel, que, a pesar de su vejez, ha concebido un hijo, y ya está de seis meses la que llamaban estéril, porque para Dios nada hay imposible.
María Contestó:
—Aquí está la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra.
Y la dejó el ángel.

Palabra del Señor.

María es la mujer creyente, que se fía de Dios. Recibe del ángel este mensaje lleno de confianza: "no temas, María".

María, humilde y confiada, libre y obediente es el prototipo de la mujer nueva, el principio de la nueva humanidad basada en el amor y en la confianza en la voluntad de Dios. María quiere alimentarse de la Palabra de Dios, no de otras cosas pasajeras o engañosas. Jesús no pide palabras, sino que espera de nosotros hechos, es decir demostrar que lo que decimos con los labios lo llevamos a la práctica.

El que cumple la voluntad de Dios es el que de verdad vive el Evangelio. Hacer la voluntad de Dios es llevar a cabo aquello que gusta a Dios, que es de su agrado. Cuando amamos a alguien buscamos hacer aquello que le hace feliz.

Al mismo tiempo, dado que Dios nos ama, su felicidad es que descubramos la vida en plenitud, no una felicidad superficial, sino la verdadera felicidad, que consiste en llegar a ser nosotros mismos. Esto nos conduce al segundo sentido de la expresión “voluntad de Dios”: hace referencia al gran plan, al proyecto de Dios para la humanidad. Dios nos ha creado para que seamos felices.

Los padres que aman de verdad a sus hijos tienen expectativas con respecto a ellos. Desean que ellos desarrollen todas sus capacidades, quieren que ellos hagan libre uso de sus dones para convertirse así en adultos. Esto es aún más cierto en el caso de Dios. El desea nuestra felicidad.

El proyecto de Dios no es anular nuestra libertad, sino una invitación a que nuestra libertad sea utilizada plenamente a fin de ser cada vez más, a imagen suya, capaces de amar y servir al hermano, que es el camino más directo hacia esa felicidad que todos buscamos.

María no sabía muy bien lo que le pedía el ángel, pero amaba a Dios y por eso aceptó lo que El le pedía.

domingo, 4 de marzo de 2012

Evangelio 04-03-2012

Domingo 2º de Cuaresma
Jornada de Hispanoamérica
(4 de marzo de 2012)


(Marcos 9, 2-10)

En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro, a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les apreció Elías y Moisés conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:

- Maestro. ¡Qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías.

Estaban asustados y no sabía lo que decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:

- Este es mi Hijo amado; escuchadlo.

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús los mandó:

- No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del Hombre resucite de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían que querría decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Palabra del Señor.

Jesús desde el principio de su vida pública busca quien le acompañe en la misión que el Padre le ha confiado, y les invita a seguirle. Comparte con ellos su experiencia, haciéndoles testigos del amor del Padre. Ellos no acaban de entenderle; por eso en el camino que Jesús recorrió “predicando y haciendo el bien” desde Nazaret, donde vivió, hasta Jerusalén, donde murió en la cruz, les fue mostrando y enseñando la cruda realidad del Mesías y de cuantos quieran seguirle. Es una preocupación constante de Jesús enseñar las condiciones del seguimiento.

En esta ocasión cuenta con Pedro, Santiago y Juan y sube a la montaña, lugar de manifestación de Dios, de encuentro con Dios, en clima de silencio y contemplación. Experimentan la dificultad de la subida, los contratiempos de la vida junto a lo maravilloso que encierra la contemplación de la montaña. Experiencia de cansancio y de superación al mismo tiempo. El Tabor es una experiencia anticipada de la Pascua, un anticipo de lo que esperamos. Pero sólo un anticipo, porque enseguida habrá que “bajar” y recorrer los difíciles y monótonos caminos de la vida.

Si nos observamos a nosotros mismos y observamos a nuestro alrededor coincidiremos en que estamos muy metidos “en nuestro mundo”; y que estamos tan atrapados por las preocupaciones que no sabemos ni somos capaces de salir de ellas. Escuchamos tantas palabras, tantos ruidos, tantas “canciones”, que necesitamos con urgencia un poco de silencio. Por otra parte vivimos tan confortablemente, tan divinamente en nuestro bienestar, que no estamos dispuestos a hacer el más mínimo esfuerzo por salir a la búsqueda de Dios. ¿Por qué subir a la montaña si se está bien en el valle? ¿Para qué buscar a Dios si me va estupendamente: con mis pequeños dioses?

Las personas parece que no tengamos tiempo para escuchar. Nos resulta difícil acercarnos en silencio, con calma y sin prejuicios al corazón del otro, para escuchar el mensaje que toda persona nos puede comunicar. En este contexto, tampoco resulta extraño que a los cristianos se nos haya olvidado que ser creyente es vivir escuchando a Jesús. Y, sin embargo, desde esa escucha, cobra su verdadero sentido y originalidad la vida cristiana. Desde esa escucha nace la fe verdadera. Desde esa escucha comenzamos a descubrir con Jesús cual es la manera más humana de enfrentarse a los problemas de la vida y al misterio de la muerte. Nos podemos dar cuenta dónde están las grandes equivocaciones y errores de nuestro vivir diario. Bueno será pedir un corazón que sepa escuchar.

domingo, 19 de febrero de 2012

Evangelio 19-02-2012

Domingo 7º del Tiempo Ordinario
(19 de febrero de 2012)

(Marcos 2, 1-12)

Cuando a los pocos días volvió Jesús a Cafarnaún, se supo que estaba en casa. Acudieron tantos que no quedaba sitio ni a la puerta. Él les proponía la Palabra. Llegaron cuatro llevando un paralítico, y como no podían meterlo por el gentío, levantaron unas tejas encima de donde estaba Jesús, abrieron un boquete y descolgaron la camilla con el paralítico. Viendo Jesús la fe que tenían, le dijo al paralítico:

- Hijo, tus pecados quedan perdonados.

Unos letrados, que estaban allí sentados, pensaban para sus adentros:

- ¿Por qué habla éste así? Blasfema. ¿Quién puede perdonar pecados, fuera de Dios?

Jesús se dio cuenta de lo que pensaban y les dijo:

- ¿Por qué pensáis eso? ¿Qué es más fácil: decirle al paralítico "tus pecados quedan perdonados" o decirle "levántate, coge la camilla y echa a andar?” Pues, para que veáis que el Hijo del hombre tiene potestad en la tierra para perdonar pecados..., entonces le dijo al paralítico:

- Contigo hablo. Levántate, coge tu camilla y vete a tu casa.

Se levantó inmediatamente, cogió la camilla y salió a la vista de todos. Se quedaron atónitos y daban gloria a Dios, diciendo:

- Nunca hemos visto una cosa igual.

Palabra del Señor.

En el Evangelio de hoy Jesús cura al enfermo y hay después del milagro un acto que se nos puede pasar por alto. Dice la Palabra que el enfermo "tomó su camilla y salió de allí a la vista de todos." Este tomar la camilla bien puede significar asumir el pasado, el propio pasado de sufrimiento y soledad. Los seres humanos tenemos muchas cosas del pasado que nos paralizan, nos acobardan y nos aturden. Son cosas que nos hacen infelices. Tomar el pasado ya curado es mirar lo sucedido sin dolor. ¡Cuánto sufrimiento sin fecha de caducidad existe en muchos seres humanos! Sólo quien curado asume su pasado puede tomar su camilla y andar por los senderos de Dios. Si antes la camilla —el pasado— era quien sostenía su parálisis, es ahora la vida curada quien mantiene sus recuerdos. Nunca debemos de olvidarnos que la salvación que Jesús nos trae es una salvación que abarca todas las dimensiones de la persona: pasado, presente, sentimientos, vida social...

Los que llevaron al paralítico hicieron todo y más. Fueron creativos en la necesidad, se llenaron de constancia y fueron muy insistentes. Estas pueden ser las actitudes básicas de cualquier proceso de evangelización. Normalmente siempre encontraremos estorbos para llevar a otros a Jesús. Cada uno de nosotros podemos abrir esa parte del techo que separa a muchos de Dios y hacer que se produzca el encuentro entre Dios y el ser humano herido de diversos males. Aprendamos hoy a ser porteadores de fragilidad y abrir esos boquetes en el techo para el encuentro con el Señor.

domingo, 5 de febrero de 2012

Evangelio 05-02-2012

Domingo 5º del Tiempo Ordinario
(5 de febrero de 2012)

(Marcos 1, 29-39)

En aquel tiempo, al salir Jesús de la Sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre, y se lo dijeron. Jesús se acercó, la cogió de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles.
Al anochecer, cuando se puso el sol, le llevaron todos los enfermos y poseídos. La población entera se agolpaba a la puerta. Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se marchó al descampado y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al encontrarlo, le dijeron:
-Todo el mundo te busca. Él les respondió: - Vámonos a otra parte, a las aldeas cercanas, para predicar también allí; que para eso he venido.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.

Palabra del Señor.

A Jesús lo vemos hoy en la casa de un amigo, ayudando a que una mujer sea ella misma. Da su mano para que esa mujer pueda ponerse de pie y valerse por si misma. La respuesta de ella será ir más lejos, ponerse a servir. El final del día encontramos a Jesús sanando a otros enfermos. Estará entre los excluidos a causa de su enfermedad… escuchando quejas… plegarias como lamentos… voluntariamente se sitúa en el lugar por donde pasa la vida doliente. Dios en Jesús ha elegido el lugar social carente de Esperanza, más sometido a prueba. Quiere dignificar la vida. Donde está Jesús hay vida, crece la vida, se lucha por la vida.

domingo, 22 de enero de 2012

Evangelio 22-01-2012

Domingo 3º del Tiempo Ordinario
Jornada de la infancia misionera
(22 de Enero de 2012)

(Marcos 1, 14-20)

Cuando arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de Dios. Decía:
- Se ha cumplido el plazo, está cerca el reino de Dios: convertíos y creed en el Evangelio.
Pasando junto al lado de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran pescadores y estaban echando el copo en el lago.
Jesús les dijo: - Venid conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con él.

Palabra del Señor.

Finaliza oficialmente la Semana de Oración por la Unidad de los Cristianos. Tardamos los humanos en darnos cuenta de que el camino real hacia la plenitud de la unidad pasa por el entendimiento, la convivencia pacífica, la concordia y la conversión de los corazones. Nos sobran dentro de la iglesia fronteras, separatismos, divisiones, reglamentaciones y nos faltan audacias, providencias, carismas, hechos, “vida en abundancia” ¿Acaso puede un padre desoír el grito de sus hijos? Dios nos escucha.

Hoy nos fijamos en Pablo. A lo primero que el Señor llevó a Saulo fue a un desprendimiento radical de lo que antes valoraba como muy importante (Flp 3,7-8) Le condujo a una percepción absolutamente nueva de las cosas y de la realidad, a una iluminación. Ya todo le parece distinto. Todo carece de significado cuando se ha encontrado la perla, el tesoro escondido. Lo que ocurrió a Pablo, fue una revelación del ser de Jesús, que le hizo cambiar de juicio y de actitud sobre lo que él era y hacía: le volvió del revés.

Miremos nuestra vida. La conversión llama a nuestra puerta ¿queremos abrir? ¿Tenemos interés o desinterés por la unidad? ¿Cómo lo manifiestamos? Pablo puso toda su vida en manos de Dios ¿Lo hacemos también nosotros?.