martes, 11 de mayo de 2010

Crónica de la celebración de la Pascua del enfermo

En la plenitud del gozo que se nos regala en este tiempo pascual, cuando ya muchos niños y niñas participan por primera vez de la Eucaristía, además de los que reciben las aguas del Bautismo, quienes ponen a Dios por testigo al unirse en santo Matrimonio, o quienes buscan la Reconciliación, somos aún más conscientes de que Dios se hace presente entre nosotros a través de los Sacramentos.

Y el pasado domingo día 9 de mayo, el Espíritu se hizo presente entre sus hijos más queridos. Era el día en que toda la Iglesia celebraba la Pascua del Enfermo, como viene haciéndolo desde hace ya veinticinco años; y muchos fueron los que recibieron la Santa Unción.


El Rvdo. P. Abilio León OM, nos hablaba en su homilía sobre este sacramento y su sentido. Lejos de ser como antes del Concilio Vaticano II, cuando era denominado como Extremaunción, la administración de este sacramento no se limita al momento in extremis ante un inminente desenlace, sino todo lo contrario, pues por medio de él quien lo recibe (puede hacerlo varias veces en su vida) en verdad estará recibiendo la fuerza del Espíritu Santo para que lo acompañe, reconforte y ayude a vencer en la prueba que le ha tocado vivir.








Este día tan importante para quienes componen el querido grupo de Pastoral de la Salud, y para aquellas personas que reciben sus atenciones y su cariño durante todo el año, debiera servirnos como reflexión a todos.

Cuántas personas en todo el mundo, en nuestra ciudad, en nuestro barrio, justo a nuestro alrededor, padecen los rigores de la enfermedad o los que la propia edad va cargando sobre ellos. Y cuántos de ellos, a veces, lo padecen en soledad, ocultos tras el frío velo de nuestro olvido, indiferencia o egoísmo.

Quizás en ocasiones como esta hallamos un momento para pararnos a pensar que debieramos rasgar ese velo... y tal vez lleguemos a hacerlo, aunque sólo un poquito, con indecisión, sin querer que el velo termine por deshacerse del todo, para no ver más de lo que estamos dispuestos... Qué equivocados podemos llegar a estar. El mandamiento nuevo nos dice "amaos los unos a los otros como Yo os he amado", y con él está dicho todo.









Rogamos a Dios por intercesión de nuestra Madre de los Dolores, patrona de la Pastoral de la Salud de nuestra Parroquia, que vele siempre por quienes componen este grupo, y que avive el amor al prójimo entre todos nosotros, para que junto a ellos ayudemos a seguir dando fruto en abundancia.

Madre de los Dolores, Tú que eres fuerte como la torre de David, fortalece a tus hijos ante las pruebas que encuentren en el camino de la vida. Tú que eres Salud de los enfermos, sana en cuerpo y alma a tus hijos. Tú que eres consoladora de los afligidos, guarda a tus hijos bajo tu manto. Tú que eres luz y guía de los desamparados, alumbra a tus hijos el camino hacia el Señor. Madre de los Dolores, ruega por nosotros.

Fotografías: M. Martín V.