Primer Dolor: Profecía del anciano Simeón
En la profecía de Simeón se resalta, en un primer lugar, la obediencia y oblación de María al plan salvífico de Dios.
Pero, este primer dolor, aparte de introducirnos en la dinámica de la obediencia a la voluntad de Dios nos introduce también en la dimensión misericordiosa que tiene, por su propia naturaleza, el amor, al enseñarnos a querer a las personas “tal cual son”.
Frente al criterio unificador de la justicia humana que tiende a equiparar a todos los hombres ante la ley, la misericordia se inclina por aplicar parámetros personales.
La misericordia, entendida como –ese lenguaje al corazón del otro, esa ternura personalizada que ama más allí donde existe una mayor necesidad o carencia–, se distingue e identifica fundamentalmente por la fidelidad inquebrantable que manifiesta el amante.
Una fidelidad cuyo referente primero y último es en todo momento la persona del amado a quien se acoge, se comprende y se ama como es.
Amar a la medida del amado se constituye así en una de las expresiones más identificantes del sentimiento misericordioso, o, si se prefiere, en la expresión de amor más pura, más incontaminada de egoísmo.
En la profecía de Simeón se resalta, en un primer lugar, la obediencia y oblación de María al plan salvífico de Dios.
Pero, este primer dolor, aparte de introducirnos en la dinámica de la obediencia a la voluntad de Dios nos introduce también en la dimensión misericordiosa que tiene, por su propia naturaleza, el amor, al enseñarnos a querer a las personas “tal cual son”.
Frente al criterio unificador de la justicia humana que tiende a equiparar a todos los hombres ante la ley, la misericordia se inclina por aplicar parámetros personales.
La misericordia, entendida como –ese lenguaje al corazón del otro, esa ternura personalizada que ama más allí donde existe una mayor necesidad o carencia–, se distingue e identifica fundamentalmente por la fidelidad inquebrantable que manifiesta el amante.
Una fidelidad cuyo referente primero y último es en todo momento la persona del amado a quien se acoge, se comprende y se ama como es.
Amar a la medida del amado se constituye así en una de las expresiones más identificantes del sentimiento misericordioso, o, si se prefiere, en la expresión de amor más pura, más incontaminada de egoísmo.