No se conocen datos ciertos sobre los abuelos de Jesús, o de los padres de María. Los cuatro evangelistas del Nuevo Testamento no dicen nada sobre ellos, y por lo tanto, ni mucho menos mencionaron sus nombres.
Los nombres de Joaquín y Ana los hemos tomado de los Evangelios Apócrifos, unas narraciones que quisieron completar datos que faltaban en los Evangelios del Nuevo Testamento y que fueron muy apreciados en Oriente. Aunque la Iglesia Católica no acepta los evangelios apócrifos como vía de evangelización, tampoco los ha rechazado en algunos casos para completar la devoción popular.
Los nombres de Joaquín y Ana los hemos tomado de los Evangelios Apócrifos, unas narraciones que quisieron completar datos que faltaban en los Evangelios del Nuevo Testamento y que fueron muy apreciados en Oriente. Aunque la Iglesia Católica no acepta los evangelios apócrifos como vía de evangelización, tampoco los ha rechazado en algunos casos para completar la devoción popular.
La tradición dice que Joaquín y Ana fueron los padres de María, la madre de Jesús. Dos personas grandes a los ojos de Dios por su sencillez y humildad, por su gran fe y porque supieron esperar contra toda esperanza. Ya sus nombres nos hablan de ellos: Joaquín significa “preparación del Señor, trabajo y constancia”. Por su parte, Ana significa “amor y plegaria”. Ojalá nos sirvan de ejemplo.