domingo, 20 de julio de 2008

El Evangelio de hoy: Dejadlos crecer juntos hasta la siega

Domingo 16º del Tiempo Ordinario
(20 de julio de 2008)

(Mateo 13, 24-43)


En aquel tiempo, Jesús propuso esta parábola a la gente:
-El Reino de los Cielos se parece a un hombre que sembró buena semilla en su campo; pero, mientras la gente dormía, un enemigo fue y sembró cizaña en medio del trigo y se marchó. Cuando empezaba a verdear y se formaba la espiga apareció también la cizaña. Entonces fueron los criados a decirle al amo:
-Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo? ¿De dónde sale la cizaña?
El les dijo:
-Un enemigo lo ha hecho.
Los criados le preguntaron:
-¿Quieres que vayamos a arrancarla?
Pero él les respondió:
-No, que podríais arrancar también el trigo. Dejadlos crecer juntos hasta la siega, y cuando llegue la siega diré a los segadores:
-Arrancad primero la cizaña y atadla en gavillas para quemarla, y el trigo almacenadlo en mi granero.
Les propuso esta otra parábola: El Reino de los Cielos se parece a un grano de mostaza que uno siembra en su huerta; aunque es la más pequeña de las semillas, cuando crece es más alta que las hortalizas; se hace un arbusto más alto que las hortalizas y vienen los pájaros a anidar en sus ramas.
Les dijo otra parábola:
El Reino de los Cielos se parece a la levadura; una mujer la amasa con tres medidas de harina y basta para que todo fermente.Jesús expuso todo esto a la gente en parábolas y sin parábolas no les exponía nada. Así se cumplió el oráculo del profeta: «Abriré mi boca diciendo parábolas; anunciaré lo secreto desde la fundación del mundo.»
Luego dejó a la gente y se fue a casa. Los discípulos se le acercaron a decirle:
-Acláranos la parábola de la cizaña en el campo.
El les contestó:
-El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre; el campo es el mundo; la buena semilla son los ciudadanos del Reino; la cizaña son los partidarios del Maligno; el enemigo que la siembra es el diablo; la cosecha es el fin del tiempo, y los segadores los ángeles.Lo mismo que se arranca la cizaña y se quema, así será el fin del tiempo: el Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, y arrancarán de su Reino a todos los corruptores y malvados y los arrojarán al horno encendido; allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga.

Palabra del Señor.

El evangelio de hoy nos advierte de la tentación que tenemos de autonombrarnos como jueces de la conducta de los demás. No es nuestra competencia decidir quién es buena semilla y quién es cizaña. Dios quiere que seamos buena semilla, pero está claro que el mal existe en el mundo y convive con el bien. En realidad todos tenemos algo de bueno y algo de malo, ¿Por qué entonces nos convertimos en jueces implacables de nuestro prójimo? Porque la semilla es buena, y cae con la buena intención de dar fruto, pero la realidad es que hay muchos obstáculos para que crezca esa semilla del bien plantada por Dios en nuestros corazones. Pero es curioso, y hasta sorprendente lo que nos dice Jesús: que no arranquemos la cizaña antes de tiempo porque, confundida con el trigo, podemos arrancar también la futura buena cosecha. Es decir, que aunque hay mucho mal en nuestro mundo y en nosotros mismos, no es bueno ser pesimista y verlo todo negativo. No hay que ser profetas de calamidades debemos ser profetas de la esperanza, profetas del optimismo, de la utopía, sembradores de sueños de un mundo nuevo. Ya llegará el momento de la cosecha y será más fácil distinguir el bien del mal, el trigo de la cizaña, porque en definitiva será el Dueño de la mies quien haga esa distinción. Existe la cizaña, es verdad, y mucha en nuestro mundo. Pero fijémonos mejor en el trigo que crece, que es mucho más. Hay más bien que mal, hay más personas buenas que malas. La cizaña será asfixiada por el mismo trigo, por el bien que hay en nosotros.