sábado, 22 de marzo de 2008

Sábado Santo: La Soledad de María

Este día es el momento para que crezca la confianza y la espera. Es el momento de la distancia entre el absurdo y la gloria. Mañana de Sábado Santo. Mientras unos se afanan en recoger los restos de la Pasión, María confía en cosechar los frutos de tanta entrega, sufrimiento, amor, perdón y misericordia de su hijo: La Resurrección.
En la soledad de María aprendemos a beber el contenido de la Esperanza, que no es otra cosa que esperar contra toda esperanza. Como lo hicieron tantos hombres de bien en el Antiguo Testamento, como tantos Patriarcas y Profetas. Esperar: ¡He aquí el misterio que se sostiene en este Sábado Santo! Allá, en el sepulcro, una semilla aguarda la mano poderosa de Dios. El ser levantado para la salvación del hombre. El fin de tanta humillación, escarnio e incomprensión. María es la única luz que ilumina la penumbra de ese día donde la semilla ha sido enterrada para que mañana, muy pronto resurja y nos de a todos el ciento por uno.
Hoy es un día para la espera esperanzada, por eso vamos a pedir al Señor una Fe como la de María para confiar hasta el final.