lunes, 24 de octubre de 2011

Celebrado el rito del Envío

El pasado domingo día 23 de octubre, toda la Iglesia celebraba la Jornada Mundial por la Evangelización de los Pueblos (DOMUND).

Una jornada que, enmarcada en el llamado "Octubre Misionero" servía para acordarnos especialmente de tantas personas que, dejando atrás su hogar, su familia, su tierra, están repartidos por todo el mundo para llevar el Evangelio, en palabra y en obra, y trabajar por los que más lo necesitan. También se hacía presente la tarea a la que todos estamos llamados: la de ser misioneros en nuestro entorno más próximo, dando a conocer a Jesucristo en palabra y en obra.


Cada año en esta fecha, en nuestra Parroquia se acostumbra llevar a cabo un sencillo pero significativo rito, llamado "del Envío", celebración que tanto potenciara y apreciara nuestro querido Padre Víctor (q.e.p.d.), la cual estuvo dirigida por nuestro también querido Fray Abilio León O.M. como párroco en funciones.


Toda la Comunidad Parroquial de San José Obrero y San Francisco de Paula estaba representada por diversos miembros de todos y cada uno de los grupos que la formamos, acompañando al celebrante en el presbiterio durante la Eucaristía. Llegado el momento, el celebrante formulaba:

"¡Señor Dios, fuente de toda luz y origen de toda verdad, que nos enviaste a tu Hijo Unigénito, Palabra de vida, para que revelara a los hombres el misterio escondido de tu amor! Bendice a estos hermanos nuestros, elegidos para trabajar en la viña de pa Parroquia, y concédeles el que sepan anunciar a Jesucristo y su mensaje, y a escuchar y acoger con amor a los hermanos. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén."



Tras esto, el celebrante entregaba a cada uno de los enviados una pequeña Cruz, símbolo de nuestra Fe cristiana, y todos recitaban la siguiente plegaria:

Me has llamado, Señor, a continuar tu obra de anuncio del Reino que inauguró entre nosotros Jesús, tu Hijo y nuestro hermano.

Con los profetas te quiero gritar: Mira, Señor, que no soy más que un joven que no sabe hablar. Pero, a pesar de todo, aquí estoy para hacer tu voluntad y proclamar a todos que Tú eres el Dios de la Vida, el Dios de la Misericordia.

Tú, Señor, conoces muy bien toda mi vida y mis dudas, mis fragilidades y debilidades.

Sólo quiero que mi vida esté a tu disposición como estuvo la de María, creyente sencilla y Madre buena.

Señor, que sepa hacer resonar tu mensaje en mi comunidad, en el lugar donde vivo, para que la buena noticia llegue a todos y el mundo crea en el Evangelio. Amén.



Fotografías: Santiago Benítez