miércoles, 7 de septiembre de 2011

Hermano Mayor

Queridos Hermanos:

Cuando me puse a escribir estas breves líneas me vino al recuerdo una pequeña historia que nos ocurrió a mi hija primogénita, María, y al que os escribe. Corría el año 2009, allá por el mes de septiembre, cuando a María le quedaba poco menos de un mes para cumplir los tres años de edad.

En nuestra hermandad estaba todo preparado para la celebración de los cultos y actos que se avecinaban, y había que repartir los boletines entre todos vosotros para que la información os llegara a buen tiempo. En este peculiar reparto, lo llamo así pues el 90% del mismo se realiza en mano y el resto se factura por correo postal, los sobres se clasifican por calles y somos los oficiales de Junta de Gobierno, Grupo Joven y un servidor quienes nos encargamos de repartirlos posteriormente.

Y así hice esa mañana: cogí “mi taco” de boletines y nos pusimos en marcha mi hija y yo. Tenía repartidos casi todos los boletines a falta de algunos de la zona de San Pagés, y estábamos ya tan cansados que no me fijaba en los nombres de los hermanos, sólo veía las direcciones; cuando me acerqué a una de las puertas y llamé al portero electrónico. -¿Quién es? A lo que contesté: -¡Soy de la Hermandad de San José Obrero, vengo a dejar el boletín! De momento la voz que estaba al otro lado cambió, rezumando alegría y emoción. Al abrir la puerta y descubrir a la hermana a quién llevaba el boletín me lleve una grata sorpresa: era nuestra querida Joaquina Pereira, que también se sorprendió al verme y no tardó en deshacerse en halagos y piropos hacia mi hija. Todo su afán era que entráramos a su hogar, pues era muy hospitalaria, ofreciéndonos algo refrescante para beber.

Os cuento esta pequeña historia para recordar a esta hermana nuestra, que hace muy poco dejó esta vida terrenal. Una hermana que se caracterizó por su humildad y su humanidad; alguien que conoció los inicios, los buenos y malos momentos y el resurgir de nuestra Hermandad. Una persona que siempre se prestó a echar una mano, toda una vida y su propia historia.

Sí hermanos, su historia. Porque todos nosotros, a lo largo de nuestra vida vamos forjando nuestra propia historia. Desde que Dios entra en nuestra vida, es Él quien nos conduce a su objetivo natural, que es el Reino de Dios. Él interviene con su poder en la historia del hombre siguiendo un plan, un proyecto determinado. Cristo Jesús, su vida, su muerte y su Resurrección, es el centro de la historia de toda la Salvación. Todos los hombres son conducidos al Padre por medio de Cristo y, de seguro, Joaquina ya goza de la compañía del Padre Eterno en el Reino de los Cielos.

Pues bien hermanos, éste es mi pequeño recuerdo a Joaquina, y no sólo a ella sino también a todos aquellos hermanos antiguos que ya vieron la Luz y que tuvieron tanta historia y conocimiento de nuestra hermandad.

No quisiera despedirme sin recordaros que todos estáis invitados a los próximos cultos en honor a Nuestra Señora de los Dolores, y a los diversos actos que se celebran en torno a su festividad, de todo lo cual os ofreceremos información detallada en este vuestro Boletín Digital. Sigamos haciendo historia, nuestra historia, la historia de nuestras vidas.

Sin más me despido de todos vosotros con un fraternal abrazo en Cristo y su Bendita Madre.

Rafael Ramírez Cervetto
Hermano Mayor

Septiembre 2011