Despuntaba el alba en la mañana del primer domingo de octubre, cuando la bendita imagen de Nuestra Señora de los Dolores volvía a encontrarse con su barrio, para presidir el Rosario de la Aurora.
El cortejo formado por numerosos hermanos y devotos portando velas de promesa, y guiado por la Cruz Alzada, antecedía a nuestro grupo de acólitos, y tras él las andas que portaban a nuestra Amantísima Titular.
El cortejo formado por numerosos hermanos y devotos portando velas de promesa, y guiado por la Cruz Alzada, antecedía a nuestro grupo de acólitos, y tras él las andas que portaban a nuestra Amantísima Titular.
Este año, con motivo del Cincuenta Aniversario Fundacional, el piadoso acto tenía la participación del Coro de la Hermandad de San José Obrero, reorganizado para la ocasión. Cantes de nuestra tierra que se hicieron plegarias a la Virgen. Fray Abilio León dirigía los Misterios Gloriosos del Santo Rosario.
Nuestra Madre de los Dolores estrenaba un bellísimo tocado de seda brocada, luciendo saya y manto color negro.
Alrededor de las nueve y cuarto de la mañana, el cortejo regresaba al Templo, donde los numerosos hermanos y feligreses reunidos en él continuarían la celebración con la Eucaristía, que estuvo igualmente acompañada por el Coro de la Hermandad.
Tras la celebración, había tiempo para disfrutar el acostumbrado desayuno ofrecido en el recinto.
Fotografías: Rafael Olmo - José Luis Mesa - M. Martín V.
