domingo, 13 de abril de 2008

El Evangelio de hoy: El buen pastor

IV Domingo de Pascua
(13 de abril de 2008)

(Juan 10, 1-10)



En aquel tiempo, dijo Jesús a los judíos:

-Os aseguro que el que no entra por la puerta en el aprisco de las ovejas, sino que salta por otra parte, ése es ladrón y bandido; pero el que entra por la puerta es pastor de las ovejas. A éste le abre el guarda y las ovejas atienden a su voz, y él va llamando por el nombre a sus ovejas y las saca fuera. Cuando ha sacado todas las suyas camina delante de ellas, y las ovejas lo siguen, porque conocen su voz: a un extraño no lo seguirán, sino que huirán de él, porque no conocen la voz de los extraños.

Jesús, les puso esta comparación, pero ellos no entendieron de qué les hablaba. Por eso añadió Jesús: -Os aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes de mí son ladrones y bandidos; pero las ovejas no los escucharon.

Yo soy la puerta: quien entre por mí se salvará y podrá entrar y salir, y encontrará pastos.

El ladrón no entra sino para robar y matar y hacer estrago; yo he venido para que tengan vida y la tengan abundante.



“El Señor es mi pastor nada me falta…” (Sal. 22) Jesús de Nazaret se va a declarar como el Buen Pastor a quien sus ovejas le conocen y avisa sobre la existencia de falsos pastores. La Iglesia celebra hoy –y lo conmemora desde hace 44 años—la Jornada de Oración por las Vocaciones. La Iglesia necesita pastores y los necesita con urgencia. La mies es mucha y los operarios pocos…

El mensaje de Jesús hoy es muy claro: Él es la puerta para ir al Padre y también para ir al hermano. Pero no es una puerta estática, sino una puerta que se abre para nosotros. Y no sólo eso, Jesús es a la vez la puerta y el pastor que nos ayuda a entrar por ella. Él es el Buen Pastor "que da la vida por las ovejas”. Entrar por la puerta es seguir a Cristo, que "nos guía por el sendero justo". Preguntémonos, ¿a quién seguimos?, ¿quién es nuestro pastor?, ¿qué voces seguimos? El Señor nos advierte sobre los falsos pastores, que se aprovechan del pueblo, se apacientan a sí mismos. Por sus frutos les conoceréis.

Entrar por la puerta es identificarse con Cristo, empaparse de sus sentimientos y actitudes, vivir los valores del Evangelio. Para ser pastores de los hermanos tenemos que intentar amar como Cristo, estar dispuestos a entregarnos como Él, desbordar generosidad a raudales. No cerremos la puerta que Cristo nos abre. Menos condenas y más acogida, menos poder y más servicio, menos orgullo y más generosidad, sólo así podemos ser signo en el mundo de hoy.