domingo, 27 de enero de 2008

El Evangelio de hoy: Pescadores de Hombres


Tercer Domingo del Tiempo Ordinario
(27 de Enero de 2008)

(Mateo 4, 12-23)

En aquel Tiempo, cuando Jesús oyó que Juan estaba en la cárcel, se retiró a Galilea. Dejó Nazaret, y se fue a vivir a Cafarnaún, en la ribera del lago, en el territorio de Zabulón y Neftalí. Así se cumplió lo que había anunciado el profeta Isaías:

Tierra de Zabulón, tierra de Neftalí,
camino del mar, al otro lado del Jordán,
Galilea de los paganos.
El pueblo que habitaba en tinieblas
vio una luz grande;
a los que habitaban en tierra y sombra de muerte
una luz les brilló. (Is 8,23; 9,1)

Desde entonces comenzó Jesús a predicar y decir: "Convertíos, porque el Reino de los Cielos está cerca". Paseando junto al lago de Galilea, vio a dos hermanos: Simón, llamado Pedro, y Andrés, su hermano, echando la red en el lago, pues eran pescadores. Les dijo: "Seguidme y os haré pescadores de hombres". Ellos, al instante, dejaron las redes y lo siguieron. Más adelante vio a otros dos hermanos: Santiago, el de Zebedeo, y Juan, su hermano, en la barca con su padre Zebedeo, remendando las redes. Jesús los llamó. Ellos, al instante, dejaron la barca y a su padre, y lo siguieron. Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo.



Proclamar el Evangelio del Reino


En esta frase del evangelio de Mateo está resumido el proyecto de Jesús de Nazaret y, asimismo, el proyecto de los verdaderos cristianos: proclamar el evangelio del Reino. ¿Cómo entendía y ponía en práctica Jesús la proclamación del Reino? Si atendemos al contexto de la frase nos damos cuenta enseguida de que no se trata sólo de una proclamación verbal. La frase completa es: Jesús recorría toda Galilea enseñando en las sinagogas y proclamando el Evangelio del Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. El curar las enfermedades y dolencias del pueblo no era algo añadido y accesorio a la proclamación del Reino; era la manera propia y particular que tenía Jesús de proclamarlo, era el signo y la señal humana más clara de que Jesús estaba haciendo ya presente en la tierra el Reino de Dios. Sí, no se trataba sólo de enseñar en las sinagogas el evangelio del Reino, se trataba también y sobre todo de poner en práctica ese Reino, curando las enfermedades y dolencias del pueblo. Esa es la misión de los cristianos de todos los tiempos: anunciar con la palabra el evangelio de Jesús y ponerlo en práctica con la vida.


Por otro lado deciros también que la iglesia universal celebra hoy la Jornada de la Infancia Misionera. Los niños pueden –y deben—llevar al mundo la luz y la salvación que nos ofrece Jesús de Nazaret.