Al ofrecerme la oportunidad de dirigirme a vosotros desde estas líneas me gustaría compartir una inquietud que, como párroco y director espiritual de la Hermandad, siento desde hace mucho tiempo y, últimamente, de manera particular.
Seguro que coincidiréis conmigo en que los que nos decimos cristianos estamos muchas veces algo desmotivados, desinflados, desencantados. No sentimos ilusión por las cosas de Dios, ni gratitud por la grandísima suerte de ser cristianos. ¿Os habéis preguntado alguna vez por las causas o razones que generan esta situación? Con relativa frecuencia achacamos a otros lo mal que va este mundo o incluso la Iglesia.
Por mi parte, os confieso que vengo dándole vueltas y vueltas al tema, y, coincidiendo con personas de mayor prestigio y valía que quien os escribe, detecto entre las primeras causas la pérdida del sentido de lo sagrado, tanto en la cultura en que nos movemos como, sobre todo, en la vivencia de nuestra propia fe. A nivel sociocultural la vida ha perdido su carácter sagrado, de ahí que por ejemplo el aborto y la eutanasia -dos crímenes abominables-, se hayan recogido como derechos en casi todas las legislaciones modernas. Y a nivel intraeclesial los cristianos hemos devaluado, si no extraviado, el sentido del misterio. El que actualmente es prefecto de la Congregación Vaticana para el Culto Divino, el cardenal Robert Sarah, ha dicho recientemente en una entrevista que "bajo el yugo de la razón secular nos hemos olvidado de que lo sagrado y el culto son las únicas puertas de entrada a la vida espiritual. No dudo, por lo tanto, en afirmar, que el silencio sagrado es una ley fundamental de toda celebración litúrgica".
Y para precisar más lo que dice el Cardenal Sarah, iniciado este año, D. Antonio Cañizares, actual arzobispo de Valencia, ha enviado a todos los sacerdotes una carta, en la que les ruega que fomenten en sus parroquias y otros centros de culto el silencio, el recogimiento y el decoro en la vestimenta, tanto de fieles como de turistas. Que se esfuercen en recuperar en todos los fieles el sentido de Dios, lo que en la Escritura aparece en no pocos lugares como "el santo temor de Dios". Así que, mis queridos Hermanos, estando ya a las puertas de Cuaresma, yo, en primera persona, tomo como propósito para este tiempo de gracia el encarecer a todos -y en primer lugar a vosotros-, que trabajemos por recuperar esta conciencia cristiana del "sentido de lo sagrado" o "el sentido de Dios".
Con la certeza de que pondréis empeño en este propósito, pido al Señor de la Caridad, por intercesión de Ntra. Sra. de los Dolores, de San José Obrero y de San Francisco de Paula, que os bendiga a todos, como Hermandad, y a cada uno en particular.
P. Abilio León O.M.
Director Espiritual