Queridos hermanos:
Septiembre ya está aquí, y nuestra Hermandad retoma su máxima actividad. Durante este mes comenzamos los cultos en honor de nuestra Madre de los Dolores, que concluiremos a comienzos del mes de octubre. Durante este periodo viviremos, como siempre, muchas experiencias alrededor de la Santísima Virgen; días en los que saldremos a su encuentro, mientras Ella estará, como siempre, esperando con los brazos abiertos a sus hijos. Aprovechemos, pues, estos días para impregnarnos de su amor y cercanía, y tomarla como modelo de servicio hacia el hermano. Estas podrían ser algunas claves para vivir estos cultos intensamente.
Y no sólo habrá cultos, también tendremos tiempo para hacer hermandad y convivencia entre nosotros durante las jornadas populares en honor también a nuestra Madre. No debes faltar tampoco a esta cita, ya que es un momento idóneo para conocernos y disfrutar de buena compañía.
Como antes dije, llega la máxima actividad, y ante nosotros se presenta un nuevo curso parroquial, y se abre también el período de elecciones en nuestra Hermandad. Llegado este punto, me va embargando la emoción, pues han sido ocho años al servicio de esta hermandad, y por ende al de vosotros, Hermanos. No sé si he sido un buen hermano mayor o no, si habré tomado decisiones acertadas y otras no tantas, pero de lo que sí estoy seguro es que detrás de nuestras acciones siempre estuvo la inspiración del Espíritu Santo al cual siempre nos hemos encomendado. Tengo la certeza, y así constato, de que todo lo que hemos conseguido siempre ha sido por el trabajo y perseverancia de mi Junta de Gobierno, a la cual felicito y doy las gracias a todos sus oficiales y auxiliares sin distinción alguna, ya que siempre hemos trabajado como una familia, desde la unidad. Durante este tiempo, he vivido muchos altibajos emocionales, desde el nacimiento de un hijo hasta la desgraciada perdida de un ser querido, acontecimientos que me han conducido a hacerme más fuerte en la fe. Me habré caído infinidad de veces pero siempre, afortunadamente, me he levantado aferrado a la Misericordia de Dios.
Desde estas líneas, y aprovechando la ocasión, no quisiera despedirme sin dar las gracias a cuantas personas he conocido, a las que han ayudado a esta Hermandad y a servidor -que no han sido pocas y sería interminable enumerar-, ni tampoco olvidarme de las personas que desde el Ayuntamiento, el Consejo General de HH. y CC. y las hermandades nos han ayudado durante estos ocho años, a nuestros delegados de las secciones de penitencia, de gloria y sacramental. Quiero darte las gracias a ti también, Hermano, por hacer la gobernabilidad de nuestra corporación más fácil, sin reproches y desde una crítica constructiva. Creo que no me dejo a nadie atrás, pero si así fuere, le pido que me perdone.
Se acerca el momento de arriar el paso, pero no es el final del recorrido; es solamente para coger una buena bocanada de aire fresco. Sabed que la Hermandad está en buenas manos y D. m. seguirá siendo así. Habrá que apoyar a la próxima Junta de Gobierno como a esta apoyasteis en su momento y, no en vano, yo seré el primero en hacerlo.
No quiero que esta carta suene a despedida, ya que estoy y estaré siempre a la disposición de mi hermandad. Sin más, me despido de todos vosotros con un fuerte abrazo en Nuestro Señor de la Caridad y su Bendita Madre la Virgen de los Dolores.
Rafael Ramírez Cervetto
Hermano Mayor
Hermano Mayor