Mis
queridos hermanos y hermanas de nuestra Hermandad de San José Obrero: acojo con
gratitud la invitación que me hacéis de escribiros en el boletín. En este
número, dado que es el inmediato posterior a la Visita Pastoral llevada a cabo
en nuestra parroquia por D. Santiago, los días 24 al 28 de octubre pasado,
considero muy oportuno compartir con vosotros lo que de manera informal me
comentó. De los comentarios que me hizo en distintas ocasiones resaltaré tres
elementos que considero esenciales: la
centralidad de Jesucristo en la vida de cada uno y en la entera comunidad
parroquial; la formación progresiva e
integral en la fe tanto de los agentes de pastoral como de todos los
feligreses; y por último la proyección
apostólico-misionera de toda la parroquia.
1. El
primer punto me lo recalcó con vehemencia porque, a su juicio, esta es la clave
de la revitalización honda y duradera de nuestra vida cristiana. En consonancia
con el Papa me recordaba que lo que llamamos fe no es tal hasta que no se da en
nosotros un encuentro personal y profundo con Cristo, ya que en eso consiste
fundamentalmente la oración y la misma vida cristiana. Sin esto, posiblemente
hagamos muchas cosas (y hasta muy buenas), pero serán meramente filantrópicas.
Solo el que vibra y siente a Jesús en su vida será un verdadero cristiano.
2. Una
vez se ha dado ese encuentro es cuando nace espontáneo el deseo y la urgencia
de fomentar el segundo punto: la formación permanente en la fe. Hoy ha calado
hondo en la sociedad que sin formación no se puede afrontar un trabajo ni
ninguna iniciativa con visos de competitividad y pervivencia. En cambio, y por
desgracia, constatamos que entre los que nos decimos cristianos esto aún no
está asumido ni interiorizado, lo que prueba que el encuentro con Jesús es
superficial.
3. Y
el tercer paso, el salir a proclamar y difundir nuestra fe, lógicamente depende
de los anteriores. Por cierto fue precisamente en este punto en el que más
incidió el Sr. Obispo, pues me lo mencionó en varias ocasiones, pero
especialmente el sábado, día 27, a mediodía, a punto de coger el coche de
vuelta. Había quedado gratamente impresionado de la acogida que la Hermandad le
brindó en el salón, tanto por el montaje audiovisual como por el intercambio de
pareceres tan cordial que allí se dio con él. Pues bien, fue en el garaje donde
me felicitó por tener una Hermandad, joven, numerosa y entusiasta. "No
sabes, me dijo, la bendición que supone tener esta Hermandad. Tenéis que dar
muchas gracias a Dios". Y entre otras cosas me dijo: "Es
principalmente a ellos a quienes tienes que empujar e involucrar en la tarea de
que salgan a las distintas periferias de vuestro barrio y que lleven con
convicción "la alegría del Evangelio", de que habla el Papa".
Por
eso, transcurridos ya unos meses, sentía la necesidad y casi la urgencia de
comunicároslo. Así que, mis queridos hermanos, la Iglesia cuenta con vosotros,
Cristo os necesita y los hermanos de nuestras periferias os esperan. No los
defraudéis.
P. Abilio León O.M.
Director Espiritual